A lo largo de las diferentes etapas de su crecimiento, muchos niños y niñas encuentran formas singulares de manifestar sus preocupaciones, temores y desafíos. Estas manifestaciones pueden ser el resultado de la interpretación y el procesamiento que hacen de su entorno, las relaciones y los eventos diarios. Es crucial reconocer estas señales y, cuando sea necesario, acercarse con un enfoque profesional. Esta intervención no solo previene complicaciones a largo plazo, sino que también asegura que el niño se desarrolle de una manera sana, maximizando todas sus habilidades y potencialidades.
La terapia infantil no se trata solo de intervenciones y técnicas; es una colaboración profundamente humana entre el terapeuta y el niño. Esta relación se fortalece a través de diversas herramientas adaptadas al mundo infantil, como el juego, la palabra, el dibujo y otros materiales didácticos. Estos medios no solo facilitan la expresión sino que crean un espacio seguro. En este espacio, el niño, a través de la escucha y observación atenta del terapeuta, puede desplegar, explorar y expresar libremente su mundo emocional, permitiendo así un entendimiento profundo de sus sentimientos y preocupaciones.